jueves, noviembre 13, 2008 |
El violin de Arwen |
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Arwen ha empezado este año a tomar clases de música. Y de violín. La llevo de la mano a la escuela de música con gran alegría por su parte. Y por la mía.
La espero tomando un café y quizás también un agua mineral con gas, según el día. La espero fuera, apostado a pocos metros de la ventana de su clase con el libro abierto que siempre llevo, pero que nunca leo.
Porque refiero verla a ella.
Cómo disfruta, cómo mueve el arco del violín sin precisión, pero con miles de ilusiones puestas en movimiento.
-Sherlock Holmes tocaba el violín-, me repite.
A través del cristal veo su carita de niña sonreir y alegrarse de sus logros.
Y me he de pasar el dorso de la mano por el rostro.
Porque siempre lloro.
Siempre que la llevo a la escuela de música y la veo por entre el cristal. Siempre me sorprendo llorando.
De alegría.
Y de emoción.
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Así hablaba Kaloni, el navegante a eso de las 11:48 p. m.  |
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