martes, agosto 19, 2008 |
Los restos del naufragio... |
. . La verdad es que en estos turbulentos tiempos, ya parece que no haya lugar para el romanticismo.
Antes, y con la aguda vista de un niño y la imaginación presta para mil desmanes, gustaba de caminar por la orilla de la playa después de un temporal y hallar las inimaginables cosas que venían a parar desde otros lugares o , porqué no, de algún naufragio. Maromas y jarcias, cajas vacías, objetos extraños de lugares exóticos, muñecos... hasta algún patito de goma no sé si de aquelloss famosos que migraron por latitudes más fría y se esparcieron por el globo, mil y una historias esparcidas por las orillas de todos los mares que hacían concebir y hablaban de otras vidas y otros lugares al otro lado del océano. Mi madre me contaba que antaño salian a la orilla latas de atún en conserva no desdeñable botían para aquellos tiempos.
El otro dia paseando por el borde del mar, encontré mil cosas: bolsas de plástico de los supermercados, latas de cerveza, botellas de plático, bolsas de basura llenas de ella aún...me dió por pensar que hasta has quitado el romanticismo de los restos de la tormenta.
¿Qué nos queda ya?
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Así hablaba Kaloni, el navegante a eso de las 2:19 p. m. |
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