Escuchando: SIN TECHO - Los Suaves
Esta pasada noche, realizaba mentalmente un revival para dilucidar cuál fue la vez en que más me reí, y he llegado a la conclusión después de arduo debate conmigo mismo ( porqué yo me río un montón aunque las más de las veces sin carcajadas, y reírme de mí de lo que más), que fue aquel día, superviviente de lo perdido en la bruma del tiempo, en que salimos a cenar y al acabar recorrimos toda una calle, de, digamos unos ciento cincuenta metros de largo, prácticamente reptando por el suelo. El catalizador de la situación, imagino, que sería la birra (que sea Voll-Damm, por favor) y el detonante, un chiste. Un insulso, corto y simple chiste, que hizo de aquella noche, una noche especial, que aun recordamos y que por eso solo, ya valió la pena y pintó de color una día oscuro, desapacible y frío. O quizás fue la predisposición que teníamos a cualquier manifestación de la alegría; la chispa, el feeling, ya que por aquel entonces éramos un grupo bien coesionado, sin fisuras.
Estábamos Aragorn, Ximo, Lain, Fontvella y un par de golfos más que ahora no consigo dibujar y el culpable, lo reproduzco a continuación en honor de todos los que leéis este blog, y, hacedme caso, reíros, vale la pena reírse; tiene más beneficios que el llanto.
Antecedente: hace un tiempo ( y creo que ahora también) había una marca de cigarrillos que se llamaba Bisontes, y como cualquier cajetilla de tabaco, se vendía también por unidades. Dicho esto, relato el chiste que ,creo recordar, fué uno de los que conté yo:
Un chico asoma la cabecita a la puerta de un estanco y pregunta al estanquero:
-Oiga, tiene Bisontes sueltos-
-Si-
-Pues átelos que voy a entrar-
Y vino la apoteosis, el desenfreno, reírnos hasta aburrir, apoyados en las paredes, a cuatro patas por el suelo, fue lo único que hicimos mientras transitábamos por esa calle.
Ya sé que más de uno no le verá la gracia por ningún lado. Yo, a veces, me imagino que según el estado de ánimo en que me encuentre, tampoco veo la correlación lineal entre la posible gracia del chiste y la magnitud del espectáculo, porque todo aquello no se le puede imputar al alcohol, quizás a la mágia, al encanto del momento... Pero eso es lo que pasó. Y así os lo he contado. |
mai : celebro que te gustara el chiste. Efectivamente es buena cosa recordar esos momentos tan especiales.
Salu2.