viernes, febrero 11, 2005 |
Los que no abandonaron su puesto |
Gary Cooper, en su soberbia interpretación en Solo ante el peligro, al final, se depoja, se autodespoja, de su dignidad de cargo público arrojando su estrella de sheriff al pueblo que ahora le rendía pleitesía, pero que le volvió la espalda antes, en el momento decisivo. El sheriff estuvo en su sitio, cuando debía, y por ello no se despojó de su dignidad, como persona.
Me emociona la historia de todo aquel que estuvo en su puesto, aún cuando las cosas venían mal dadas, aún a costa de su propia vida.
Conservo en la retina, cuando las inundaciones, la escena de aquel perro que estuvo durante toda una agónica mañana, intentando por todos lo medios, a dentelladas, con sus garras, sacar por un agujero del techo de un cobertizo, a un potro cuya cabeza era lo único que mantenía fuera del agua. Y estuvo intentándolo una y otra vez, ladrando de rabia y desesperación, como dándole órdenes al caballo, estirando de su crin hasta que vencido por su peso volvía a caer, y volvía a probar con todas sus fuerzas, durante toda una mañana, ya que nadie podía acercarse debido a la inundación. Hasta que , exhausto por el agotamiento, el pobre animal, cayó o se dejó caer por el agujero arrastrando con él, al mismo tiempo, la esperanza del potro. Todos los que, en la lejanía, con impotencia por no poder hacer nada, vimos el terrible y a la vez extraordinario espectáculo, sentimos que algo se nos moría también por dentro. Aquel noble perro estuvo en su puesto, y la noche anterior cuando el agua empezó a subir, ni siquiera intentó otra cosa que encaramarse a aquel tejado, porque su misión era cuidar de los caballos, y eso hizo, hasta el final.
Yo, cuando tengo problemas de fe, me acuerdo de aquellas monjas, curas y misioneros, que permanecieron en su puestos y no quisieron ser evacuados cuando las carnicerías de hutus y tutsis, ya que, decían, no iban a abandonar a su suerte a aquellas pobres gentes, justo cuando más que nunca les necesitaban. Justo cuando los precarios hospitales estaban abarrotados de heridos. Y allí se quedaron, sin pensárselo, aún a costa de sus vidas.
Los problemas de fe se me resuelven inmediatamente. |
Así hablaba Kaloni, el navegante a eso de las 2:35 p. m. |
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5 Comments: |
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Pues sí, recordando a esa gente, se vuelve a creer en la humanidad.
Un post muy bueno. Un abrazo enorme!
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Nunca he pensado que haría en una situación asi,pero me gustaria saber que soy de los que no abandonan su puesto...en todo caso es admirable y empequeñece nuestros problemas cuando pensamos en esos ejemplos.Besitos
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A veces, a nuestro alrededor, hay pequeños actos aparentemente insignificantes de personas que quizá no salieron por la tele ni protagonizaron grandes proezas, pero que en su día a día están al pie del cañón, luchando por lo que creen y no dejando que la vida les venza.
Sin duda es admirable, y le devuelve la esperanza a cualquiera...
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Gracias porqué tocavia hay gente que lucha por los demás y por la continuidad, cómo KALONI KIENGA, verdad Kaloni?
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Pues sí, recordando a esa gente, se vuelve a creer en la humanidad.
Un post muy bueno. Un abrazo enorme!