. . . . . Hay días en que uno ya se desespera. . Hay días en que los ojos se le inyectan en sangre cuando ya no puede más, ya no le sirven los métodos de relajación y se le va la concentración que ha mantenido, el equilibrio, la delgada línea que separa lo racional del aquí vale todo. . Hay días, que uno está hasta las mismas pelotas de ir esquivando cacas ( o mierdas , que a estas alturas que más da) de perro, tarea ésta, la de esquivar, saltar o driblar con todas las mierdas de todos los perros del mundo, se le vuelve obstinadamente cuesta arriba, empezando dicho plano inclinado, a las mismas puertas de su casa, donde, alehop! han puesto una mina. . Transitar o intentarlo por una acera, un trayecto, que parece que nuuuuuuuuca termina, que alguien se ha tomado la molestia de alargar por la noche unos centenares de metros más, contando con la privilegiada información de que un servidor, el que suscribe, iba a pasar por allí. Con lo cual, pese a quien pese, moleste a quien moleste, hoy voy a formular una Verdad Universal, fruto de sesudas deliberaciones seculares y observaciones empíricas ( vamos, que nadie me lo ha contado). . Ahí va mi Verdad Universal, y lo siento, no hay axiomas que rebajen o relativicen la rotundidad de esta Cuasi-Ley ( que al igual que unos descerebrados votaron por eliminar de la lista de planetas a Plutón, tambien se puede votar que esta VU, sea Ley), que las posibles excepciones no menguan un ápice la maldad o perversión que alberga el tema que nos ocupa. . La formulo: . .
"NINGÚN PERRO DEFECA ( CAGA) EN LA PUERTA DE LA CASA DE SU DUEÑO".
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He dicho.
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.Etiquetas: Perra Vida |
Lo que habría que hacer sería una "guerra de cacas". Agárrese a dos o tres vecinos afectados por el slálom y, despues de una cena a base de fabes, garbanzos o cualquier elemento susceptible de dejar tras de sí un rastro como para torpedear un transatlántico, deposítese (eso sí, con mucho asquito) en la puerta del poseedor del can.
Con una notita a modo de cartel que ponga: "A ver si tu puto perro es capaz de hacer ésto".
Que por menos ardió Troya, ya te digo.
Un abrazo, navegante.